viernes, 4 de octubre de 2019

Literatura de autoayuda


Imagine usted un punto blanco en el centro de su vista («un laberinto sin un minotauro, el de Borges») mientras presiona sus párpados para mantenerlos cerrados, respire profundo, mantenga el aire en sus pulmones unos segundos y luego exhale con tranquilidad («mi corazón late como un tambor»), sienta el recorrido del aire, capture este momento en la concentración absoluta («mi mente es un caos que grita desaforado»), comience a dibujar una figura humana («unos ojos siniestros»), trate de proyectar su imagen («algo roto pero aún no hecho trozos»), pero no ese reflejo que ve en el espejo, sino la forma que usted cree ser («¿un cuchillo?»), cuide cada detalle, pues es su apariencia, su verdadera cara frente a su imaginación, («letras en desorden acomodándose lentamente»), no olvide la sonrisa eso es muy importante («la sonrisa falsa supongo, la que utilizo la mayoría del tiempo»), proyectese, póngase un buen vestuario, («mi campera de cuero, jersey de Jack Daniels y jeans oscuros desgastados»), accesorios finos, los que siempre soñó portar («un anillo metálico de un ojo, una cadena larga con una pluma de hierro»), mímese, tenga en cuenta que es su mejor versión («pero no está allí, sino en lo que ya salió de ella reflejada en letras»). 

Ahora visualice la totalidad del dibujo, véase en perspectiva («véase en Oscura-Mente Prodigiosa el cuento 'La habitación secreta'»), aprecie la representación como si fuera una obra de arte, agregue un fondo de un lugar en el que ame estar («mi habitación»), junto a elementos que sean indispensables para usted («mi máquina de escribir, mi móvil»), armonice completamente ese cuadro poniendo de fondo su canción favorita («un poco de sangre aquí y allá escuchando I remember de Damien Rice»), siéntase bien porque esto es lo que realmente es en persona,(«soy una poesía siniestra»). Todo está en su mente, ese el verdadero poder. («Léase solo lo que está entre los paréntesis»).

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