lunes, 17 de febrero de 2020

La última palabra



Olvidar tu cuerpo,
Desdibujar mis besos de tus labios,
Desligarme del contexto, de la prisa del roce,
Afrontar el derrumbe.

Contemplar la rosa ahogada en el lago,
Sentir la brisa de tus monosílabos,
Ver el arte sin intervenirlo,
Analizar conversaciones que nunca existieron.

Caminar con tu sombra y festejar con vino o psicodelia (mejor con las dos), la debacle.

Comunicar al origen tu destierro,
Estirar los pliegues escondidos de tu suéter,
Hacer que ardan las banderas.

Envenenar el cielo con tus secretos.
Desmentir tu afirmación, no ver tus fotos e imaginar la poesía,
Ignorar al cielo lloviendo tu nombre.

Impedir reminiscencias de tu piel,
Dar marcha al reloj inmóvil en la hora que te fuiste,
Entender lo incomprensible de la frialdad,
Morir sabiendo,
Morir creyendo,
Morir y seguir viviendo.

Gestar la premura de mi norte sin tu bóveda celeste,
Mantener la luz en el quinqué,
Desmarcar de mi calendario tu bisiesto,
Desusar el infinito del caos,
Separar tu fragancia de mi olfato.

Soterrar el trozo de alma que aún te pertenece,
Firmar la capitulación,
Invadirme en bruma,
Que se esconda el sol y salga la luna,
Que la defensa sea el ataque y que tú nunca más me puedas llevar.

Dejar de escribir, olvidar, olvidar y olvidar,
Analfabeto de sentido,
Arrítmico de tu baile divino.
Descontando tus segundos,
Desamando a cada fragmento tu amor impuro,
Conservar solo la ira y que al final lo único que trascienda de este escrito sea tu última palabra: Indiferencia.

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