Me guío, me canso, retomo, respiro, sigo en duelo. Me conforto, me ayudo, me desplazo, vivo, siento aire y lo arrebato al mundo. Consumo, proyecto, camino y progreso, me devuelvo. Me hago eterno, prometo, desisto, incumplo. Retomo la promesa, despierto, deceso, me hago infame. Me enfermo, palidezco y grito, infrinjo lástima, tuya, mía, de nosotros. Retomo, recuerdo, recreo, desconfío y confío a la vez, sonrío, muero, vuelvo vivir, vuelvo a morir, me canso de intentar, luego me canso de no intentar nada, aprendo, me olvido de todo, recaigo y me levanto, sin bata, con bata, somnoliento y absurdo. Me sorprendo, me decepciono, me ilusiono y olvido el porqué, destruyo, creo, escribo y rasgo papeles, bebo, expulso, escupo y me detengo...
Luego despierto, el mismo lugar, la misma compañía, la inevitable destreza, el mismo espejo, luego elijo seguir soñando.
Evito, afronto, exacto, inexacto, en puntería y hasta descalzo. Sangro y cicatrizo casi a la vez, algunas tarde otras no tanto, veo, ignoro, desplazo y olvido, olvido mi yo, mi tú, mi siempre, mi nunca, mi existencia, hasta mi propia sombra. Descanso.
Retomo, busco, no encuentro, encuentro mucho y abandono el tanto, no sé del poco, desconozco el yo, desconozco el rostro, lo recuerdo a medias, casi fuerte y casi muerto. La extraño la odio y la amo, luego creo olvidarla, después creo amarla, extrañarla y odiarla de nuevo, luego desisto, retomo y descanso, me desplomo, me quedo en soledad y rodeado, en guerrilla, en guardia, con el ojo en la mira me disparo, mi pensamiento cae, queda al descubierto, y simplemente elijo existir, sin vida o con ella.
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